De Clienta a Colaboradora: Mi Experiencia con Calzalán

Cuando emprender es un acto de fe… y de amor por lo que haces

Andrea es una de esas mujeres valientes que, pese a todo, decide emprender. Joven, con ilusión, ganas y mucho gusto, montó su propia tienda online de calzado para mujer. Producto español, fabricado en Alicante —el epicentro de la industria zapatera—, con modelos cómodos, bonitos y pensados para el día a día de mujeres reales. Me escribió para ver si me apetecía colaborar, y ya sabéis que soy fan incondicional de las pequeñas marcas. Y bueno… ¡Zapatos necesito igual! Así que era el combo perfecto.

En principio me iba a mandar solo un par, y por supuesto yo no iba a exigirle nada. Mi idea era mostrarlo encantada, como hago cuando algo realmente me gusta. Pero Andrea se vino arriba y tiró la casa por la ventana: me mandó dos pares de botas. Las dos forraditas de pelo por dentro, calentitas como un abrazo y con una suela gruesa que no se desgasta al segundo. Un par eran botines marrones con un toque de animal print —para demostrar que una sigue estando en la onda, aunque esté con ojeras y en modo mamá multitarea—. El otro par, unas botas negras de media caña, básicas, combinables, prácticas.

Dos pares de botas, y una lección de valentía que no se olvida

El paquete llegó genial: con cariño, con detalle (sí, venía una piruleta) y con ese mimo que se nota cuando alguien cree de verdad en lo que hace. Los enseñé en directo porque se merecen visibilidad, como tantos negocios pequeños que luchan a diario para sobrevivir.

Y ahí viene lo triste… La web de Calzalan ya no está activa. No sé si ha tenido que cerrar, si está en pausa o si las circunstancias no la dejaron continuar, pero me da una rabia inmensa escribir todo esto sabiendo que proyectos con tanto amor, dedicación y producto nacional acaban desapareciendo del mapa.

Nos queda su Instagram, por si en algún momento retoma o por si queréis ver lo que hacía: @calzalan_. Porque detrás de cada negocio pequeño hay historias que merecen ser contadas, como la de Andrea. Y ojalá, si algún día vuelve a abrir, lo haga con el doble de fuerza y el triple de apoyo.